MONASTERIO DE LAS PURAS DE ALMERÍA
Historia del monasterio
Patio central
Una cápsula del tiempo se despliega ante la mirada del visitante al iniciar el recorrido en este patio central. El monasterio fue fundado en el siglo XVI, siendo el único monasterio femenino de la diócesis almeriense hasta mediados del siglo XVIII.
Beatriz de Silva, Teresa Enríquez y la reina Isabel la Católica fueron las tres mujeres que consiguieron gracias a su enorme esfuerzo hacer realidad este lugar.
El patio central actúa distribuyendo por cada uno de sus laterales las diferentes estancias que componen el monasterio. Abajo aguardan lugares comunes como la Iglesia y el refectorio. En su parte alta se sitúan las estancias privadas de las religiosas, además de la Sala Capitular y el Coro Alto.
Iglesia
El templo del monasterio, que responde a las típicas proporciones estrechas y alargadas de las iglesias concepcionistas, se construyó durante el siglo XVI aunque posteriormente sufrió algunas modificaciones.
Una iglesia sencilla y elegante que conserva en su interior diversos retablos con imágenes de gran calidad realizadas por autores como Roque López, Antonio García Puerta, Francisco Salzillo o Diego de Mora.
La iglesia es uno de los espacios fundamentales en los monasterios de clausura, en los que la oración y la quietud son una constante en la vida de sus religiosas. De ahí que el sentido espiritual de este espacio se aprecie en cada uno de sus rincones. Tal es el caso de las pinturas que completan la decoración del templo por sus paredes, que muestran distintas escenas de la Vida de la Virgen.
Refectorio
A esta hermosa sala de planta rectangular cubierta por un alfarje se accede desde el claustro. Un asiento corrido formado por un poyo de piedra adosado a los muros soluciona la colocación del mobiliario.
Este espacio de uso compartido destaca entre otros motivos por las pinturas ejecutadas sobre sus muros. Desgastadas por el paso del tiempo, todavía consiguen permanecer de forma visible sobre la cal de las paredes que las contienen. Son las pinturas más antiguas y de iconografía más compleja del monasterio.
Recorrer esta estancia es adentrarse en la original forma de vida de este monasterio de clausura: una oportunidad única para imaginar cómo la vida discurría entre sus paredes.
Coro Bajo y Coro Alto
El Coro Bajo se sitúa junto al Retablo Mayor, accediendo desde uno de sus laterales. Se trata de un espacio que originalmente formaba parte del claustro, como lo evidencian sus formas arquitectónicas. En el siglo XIX se cegaron tres tramos de arcadas del pórtico para crear el nuevo espacio coral. Destacan las columnas que lo sostienen, y el comulgatorio de mediados del siglo XVIII que se adosa en uno de sus muros.
El Coro Alto, al que se accede tras la Sala Capitular, ocupa el tramo de los pies de la iglesia. Tanto es así, que desde él se observa la nave del templo a través de una celosía. Este espacio está presidido por la magnífica y peculiar silla abacial, con una peculiar forma similar a un retablo acristalado.
La vida en el monasterio
Sin duda lo más interesante de esta visita es la oportunidad única que ofrece de acceder a un monasterio de clausura, como es el de las Puras. A través de sus diferentes espacios se puede conocer e imaginar el tipo de vida monástica que durante siglos viene transcurriendo en este lugar.
Hoy se abren al público estancias como la de la celda original, en la que se conserva una de las antiguas camas que formaban parte del descanso de las monjas. Estancias como la Capilla de la Oración en el huerto, en las que se conservan piezas muy valiosas para la Orden, como el fresco sobre la pared que da nombre a la sala, la Virgen del Magníficat o el Arca de las Tres Llaves.
Sala capitular
En esta sala se reunían las monjas profesas para la toma de decisiones a cumplir por la comunidad. Se trata de un espacio de buenas proporciones, cubierto por un alfarje cuyas jácenas descansan sobre canes ornamentados con volutas. Una escalera de caracol moderna, de estructura metálica, da acceso a la torre.
Hoy este lugar conserva obras fundamentales para la historia del monasterio, como es el cuadro del Árbol de la Orden Franciscana. Este cuadro de gran formato da sentido a toda la estancia. Obra de finales del siglo XVII que sin duda es la pieza de excelencia de este espacio.